Hay vacíos que aparecen de pronto. Un día, así, casi sin más, le falta un pilar a mi edificio. Siento que algo hace falta en mi habitación. Siento que, al caminar por mi piso, hay algo que falta en el escenario, y no acabo a decir qué.
Me voy a un café, y me siento melancólico, por que me falta algo, allí, al lado. Y en las mañanas y en las noches me falta algo. En los silencios, en la calma, incluso hay algo que me hace falta.
Y no puedo alcanzar a evocar su nombre siquiera, con el miedo de acabar lastimado al recordar qué es eso que me falta.
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