Y así me pasa a mí. Me sacudo por dos coincidencias que me acontecieron apenas hace unos días, tan peculiares en su sabor, que me parece que no lo son del todo. Sí, coincidencias que parecen fabricadas, que parecen buscadas, forzadas, y que dejan el aire enrarecido, si bien no pesado, ni molesto, sólo, diferente. Como si el cielo se tornara morado claro, sin que uno pueda sentirse ensombrecido, como si así hubiera sido así, siempre.
Y así es como veo que aquello que, en el fondo, me negaba a aceptar finalmente pasa. No ahora, pero pronto. En algunas semanas. Y eso es todo. Mi cielo ya no es azul. Y, cosa extrañísima, no se siente malo del todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario