lunes, 25 de julio de 2016

Llega de pronto, de golpe, y no se siente dolor

A veces uno se ve sacudido, sorpresivamente, inesperadamente, por algún sentimiento o algún recuerdo. Un hubiera-sido, un qué-tal-qué. Llega de pronto, de golpe, y no se siente dolor. Sólo se siente uno raro. Como si alguna idea fuera implantada de pronto en la mente, cambiándole todo el mundo. O como si le quitasen a uno un dogma, de tajo, sin tiempo para reaccionar, para adaptarse.

Y así me pasa a mí. Me sacudo por dos coincidencias que me acontecieron apenas hace unos días, tan peculiares en su sabor, que me parece que no lo son del todo. Sí, coincidencias que parecen fabricadas, que parecen buscadas, forzadas, y que dejan el aire enrarecido, si bien no pesado, ni molesto, sólo, diferente. Como si el cielo se tornara morado claro, sin que uno pueda sentirse ensombrecido, como si así hubiera sido así, siempre.

Y así es como veo que aquello que, en el fondo, me negaba a aceptar finalmente pasa. No ahora, pero pronto. En algunas semanas. Y eso es todo. Mi cielo ya no es azul. Y, cosa extrañísima, no se siente malo del todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario