viernes, 15 de julio de 2016

A veces los fines de ciclo resultan más dolorosos de lo que uno se espera

A veces los fines de ciclo resultan más dolorosos de lo que uno se espera. Quizás la forma a veces no ayuda mucho en ello, cuando llega, por ejemplo, de golpe, con palabras que se sienten como azotes, como golpes en la cara dados con ladrillos de hierro.

Se siente doloroso, incluso cuando el fin estaba ya anunciado, ya se vislumbraba. Cuando uno se decía preparado, cuando uno quería convencerse de que todo estaba dicho, de que todo había llegado, en efecto a su fin.

Pero no fue hasta que el fin efectivamente llegó, que uno lo siente. Antes, era apenas como un fantasma, una leyenda, una historia de niños. Y un día se convierte en plana, absoluta, dolorosa verdad.

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