miércoles, 8 de julio de 2015

Mensaje inesperado

Un mensaje llega de pronto, totalmente inesperado, por supuesto: fotos, fotos. Esas imágenes no te importan, no te interesan, sino que sólo te importa que te las hayan enviado. Sí, porque la dueña de ese mensaje, la que te envió esas fotos, tiene unos ojos enormes, cínicos, divertidos, felinos. Porque te hacen recordar sus piernitas, su cintura delicada, su culo perfumado.

Pensabas que no había habido química con ella, cuando le sonreías y tirabas bromas que no acertaban a divertirla lo suficiente, aquella noche, cuando saliste con ella, a bailar, cuando un cabrón intentaba ligársela en la calle, mientras ella te esperaba, con tus pinches nueve minutos de retraso. 

Pero quizás sólo estaba nerviosa, o quizás cansada, o estaba en sus días, o pensaba mucho en su novio, o en algún ex novio, o en algún pretendiente, o en alguna compañera del trabajo que la fastidia a diario diciéndole que debería vestirse menos sexual y menos provocadora, lanzándole eufemismos para decirle que es un zorra, para esconder su envidia.

Uno es profundamente débil así que por supuesto uno cambia sus planes, porque no estaba en la agenda de uno verla de nuevo, porque sencillamente las piernas son las piernas, sobre todo cuando son las piernitas de una divertida, simpática, agradable, coqueta mujercita con la que quieres bailar pegado, pegadito, pegadito, porque bailar pegados es bailar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario