sábado, 11 de junio de 2016

Te sentías culpable

Sueño con verte de nuevo, en algún pasado que me parece reciente, pero que no lo es tanto así. Y te recuerdo, vestida por completo de negro, como si intentaras añadirle seriedad a tu persona, que es, en realidad, sensible, tímida, aunque a veces nerviosa, y demasiado emocional.

Te imagino cuando huyes de mí: has dejado, de pronto, de verme, de prestarme atención, de acudir a mí, para un café, para una cerveza, o para comer juntos. Pareces huir a propósito. Pareces querer verme, pero siempre hay algo que te surge a cada instante. Cancelas, pospones, vuelves a posponer.

Eso me causa molestia primero, y después, fastidio, coraje, impotencia. Me parece que juegas conmigo. Me parece que no me tomas en serio, y que, es más, soy un payaso. Me parece que ruego por tu tiempo, que tengo que convencerte de verme.

Y al final, eso nos causa el distanciamiento que provoco que no pasara gran cosa importante entre nosotros. Pero recuerdo, también, no sin nostalgia, que me dijeras, tiempo después, ya alejados de este asunto nuestro, que huías de mi por que te sentías culpable. Por que no podías verme, por que sentías algo, más que una simple cosa, al verme. Por que te sentías culpable de emocionarte al verme, a pesar de tener un novio a quien ya no querías como antes.

Y lo peor, es, en realidad, que nunca pude creerte, por mucho que quisiera hacerlo.

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