miércoles, 16 de diciembre de 2015

A veces me pregunto, entre tantos hombres.

A veces me pregunto: entre tantos hombres que conoces, no te gustarán demasiado algunos dos o tres?

Porque, sabes, por lo que me comentaste la vez última, conoces a gente que son directores de empresas, altos supervisores, y demás hombres que son un poco mayores a nosotros, y que, estando solteros, o divorciados, o casados incluso, han llegado a pensar que su dinero y su poder lo es todo.

Me haces recordar a alguien más, que llevaba tu nombre, que sucumbió un par de veces a este tipo de hombres. Recuerdo, por ejemplo, aquella vez en que conoció a aquel hombre de cuarenta años, que trabajaba en la embajada de algún país de América Latina, quien le regaló una pulsera más o menos cara, lo que causó que ella le besara con fuego y después le regalara a su vez su desnudez.

Me imagino, paranoico como nunca, porque como nunca he deseado tanto a nadie más como a ti, que el dueño tiene un hijo, y que el hijo se ha fijado en ti. Que quizás no es demasiado carismático, ni demasiado agradable, ni demasiado agraciado, pero que tiene buen poder, manda sobre la empresa, sub director, y que cuenta con ese cinismo que te gusta, encima de otras características (porque no me queda claro que el dinero te motive demasiado).

Me imagino que es así que alguien se ha apurado a comprometerse contigo, para retenerte, para mantenerte a su lado, porque te desea, porque sabe que el dinero es un excelente afrodisiaco, pero que la promesa de estabilidad lo es, quizás, en el fondo, algo más - al menos durante las horas diurnas.

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