lunes, 5 de diciembre de 2016

Me pregunto qué hay, si no estás tú

Y un día así, sin más, me pregunto qué hay, si no estás tú. Qué hay, en mi vida, en lo emocional, si tu cinismo ya no puede ser mío, ni tu confianza de mi propiedad, ni tus ojos mi espejo, ni tus piernas mi cobija. Y me pregunto qué hay, detrás de ti, si tu tiempo ya no es para mí, ni son tus revelaciones algo que pueda caer en mi alma. Me pregunto qué hay, detrás de ti, si te vas, inevitable, irremediablemente, como si acaso, de alguna manera, con lo último acontecido, no hubiera forma, ni esperanza, ni siquiera en un por ciento, de restablecer lo nuestro.

Y me respondo: hay la nada. Y no me mal entiendas: no es que mi vida sea un páramo sin ti, por que tengo mis experiencias, mis pasatiempos, mis aventuras, mis ambiciones. Tengo amigos de fiesta, y algunos otros amigos de toda mi confianza. Tengo todavía mi juventud, tengo todavía sueños que cumplir, retos que superar. Tengo libros por leer, películas por analizar, poemas por los qué llorar, canciones que escuchar con un vaso de ron o de tequila a mi lado. Tengo todavía mujeres a las que hacer el amor, o sencillamente darles mi cuerpo, y disfrutar el suyo algunas noches varias.

Pero, en lo emocional, en el corazón, en el alma, si te vas, de mi, no hay nada, allí. Por que te hice y te hiciste hacer, voluntaria o involuntariamente, un espacio en mi pecho, em tiempo, en mis esperanzas, en mi vida, y por que, ante ti, dejaron de existir las mujeres para mis ojos, aunque me gustaran muchísimas y algunas mucho más que tu.

Detrás de ti, si te vas, hay nada. Y, al mismo tiempo, en ese silencio, en ese espacio que parece tan inmenso, tan gris, hay una agridulce oportunidad de buscarme a alguien más a quien pueda querer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario